El teatro de Federico García Lorca en la construcción de la identidad colectiva española (1936-1986)

Abstract

Desde la muerte de Federico García Lorca sus creaciones recorrieron un largo camino que condujo a su consideración como un mito fundamental en la construcción de la identidad colectiva española. En este proceso tuvieron un destacado protagonismo los profesionales de la escena que en España dieron a conocer su vida y sus creaciones entre el gran público a partir de la década de los sesenta. Serían primero su trilogía andaluza y La zapatera. Más adelante, su teatro imposible. El análisis de su recepción en la prensa periódica a lo largo de esos 50 años permite apreciar cómo va evolucionado su imagen hasta convertirse en un mito y la importancia de su teatro en la construcción de la identidad colectiva española. En un primer período se erige bien como símbolo del legado republicano y baluarte de la resistencia contra el régimen franquista, bien como un elemento cohesionador de las dos Españas que propugnaban los sectores más liberales del régimen franquista. Ya en la década de los setenta y al inicio de la democracia, comienza a valorarse su pionera comprensión de las transformaciones identitarias de género, sobre todo en su denuncia del sometimiento de las mujeres a valores patriarcales y en la aceptación de la homosexualidad como una opción identitaria legítima. Desde 1982, su reconocimiento internacional y su especial recreación de las señas de identidad andaluzas, sin olvidar su interés por estrenar sus obras en Cataluña, le convirtieron en un poderoso símbolo para los defensores del proceso de descentralización política, presentándose también como un elemento integrador en esa reconciliación nacional propugnada por la naciente democracia. También los grupos independientes encontraron en sus creaciones y declaraciones una fuente de inspiración para sus propósitos renovadores y valoraron muy positivamente su trabajo en La Barraca por la búsqueda de nuevos públicos y espacios de representación. La recuperación de su teatro imposible, caracterizado por su complejidad estructural, la ruptura de los límites espaciales y temporales, la falta de progresión argumental, la presencia de elementos fantásticos, la atención por lo espectacular y el gusto por lo onírico, permitió situarle dentro del teatro contemporáneo más renovador, y considerarle un baluarte de modernidad para la sociedad española, orgullosa de poder presentarlo entre las grandes figuras de la vanguardia del siglo XX. Con el estreno de un texto de tan extraordinaria teatralidad como El público, donde se rompían las unidades tradicionales y donde se propugnaba la aceptación de la homosexualidad como una opción legítima, García Lorca se había convertido ya en un mito.