El incremento mundial en la demanda de etanol y la pobreza en Brasil

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El incremento mundial en la demanda de etanol y la pobreza en Brasil

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Brasil ha sido tradicionalmente uno de los productores más importantes de caña de azúcar y etanol. Desde 1975, cuando fue creado el Programa Nacional de Etanol (Programa Nacional do Alcool - Proalcool);, el país ha producido combustible de etanol a gran escala. El incremento en las exportaciones de azúcar en los noventa, que competían con los insumos para la producción de etanol, generó racionamiento en el mercado brasileño de etanol y una reducción en el consumo que se prolongaron hasta 2003. Desde entonces el escenario para el etanol ha vuelto a cambiar sustancialmente. El desarrollo de motores flexibles (que pueden utilizar tanto etanol como gasolina); y el incremento en el precio del petróleo le confirieron al etanol un nuevo estatus como combustible en Brasil, permitiendo a los consumidores elegir entre ambos, en función de los precios relativos. De acuerdo a un estudio del Ministerio de Energía y Minería (EPE, 2008a);, en 2008 el etanol ya era económicamente viable en 19 de 26 estados en Brasil. La expansión de la economía brasileña en los últimos años incrementó dramáticamente las ventas de automóviles nuevos, la mayoría de ellos con motores flexibles. Según el estudio EPE (2008a);, entre enero y junio de 2008 los vehículos de combustible flexible representaron el 87,4% de las ventas de nuevos vehículos livianos en Brasil. También de acuerdo a ese estudio, se proyecta que en 2017 la demanda de etanol hidratado será aproximadamente el 73% de la demanda total de combustibles líquidos (ciclo Otto); del país. Esto representaría una demanda total de etanol en 2017 de alrededor de 52,3 billones de litros, frente al consumo actual de 20,3 billones de litros en 2008. Las exportaciones de etanol también se espera que aumenten enormemente. De 4,2 billones de litros en 2008, se proyecta que las exportaciones totales se dupliquen hacia 2017, alcanzando alrededor de 8,3 billones de litros. Y, finalmente, se proyecta asimismo que el uso de etanol en la industria química se incremente sustancialmente hasta 2017, con nuevas plantas industriales ya en construcción en Brasil (MME, 2008);. Diversas instituciones brasileñas líderes han elaborado recientemente escenarios para la expansión del etanol y la caña de azúcar en Brasil. Estos escenarios consideran, en general, el incremento en la oferta de caña de azúcar, el uso de la tierra, la generación de etanol y energía, así como proyecciones del lado de la demanda. Sin embargo, un asunto mucho menos estudiado es el de los impactos sociales que han de esperarse de tal expansión. La tecnología de producción de caña de azúcar difiere significativamente entre las regiones de Brasil. Lo mismo puede decirse acerca de la estructura de tenencia de la tierra, lo que sugiere que el patrón de expansión de la caña de azúcar será clave para los resultados distributivos. brbr Ferreira Filho y Cunha Filho (2008);, por ejemplo, muestran que la caña de azúcar producida en el noreste de Brasil es más intensiva en mano de obra que la producida en el sureste brasileño. Más aún, esas regiones también difieren en términos de la estructura de la demanda de trabajo en la agricultura en general, y en la caña de azúcar en particular, con el noreste demandando proporcionalmente más trabajadores de baja cualificación que el sureste, que demanda más trabajadores con alta cualificación (Ferreira Filho y Cunha Filho, 2008);. El agropecuario es un sector clave de la economía de Brasil. Con fuertes encadenamientos hacia delante y hacia atrás, el sector agropecuario daba cuenta en 2006 del 5,5% del PIB total brasileño (IBGE, 2008);, y la población rural representaba aún en 2003 cerca de 19% de la población total. Es natural entonces que los cambios en el sector agropecuario tengan impactos importantes en la economía en su conjunto. Debido a sus características particulares en el mercado de trabajo, como proveedor de alimentos y fuente de suministro de energía, estos impactos son de naturaleza compleja, con resultados netos que dependen en gran parte de las características estructurales de la economía. Los impactos de la expansión proyectada de la caña de azúcar y el etanol en Brasil sobre la demanda de trabajo, la distribución del ingreso y la pobreza en el país son el objeto de este estudio.


Resumen
Brasil ha sido tradicionalmente uno de los productores más importantes de caña de azúcar y etanol. Desde 1975, cuando fue creado el Programa Nacional de Etanol (Programa Nacional do Alcool - Proalcool);, el país ha producido combustible de etanol a gran escala. El incremento en las exportaciones de azúcar en los noventa, que competían con los insumos para la producción de etanol, generó racionamiento en el mercado brasileño de etanol y una reducción en el consumo que se prolongaron hasta 2003. Desde entonces el escenario para el etanol ha vuelto a cambiar sustancialmente. El desarrollo de motores flexibles (que pueden utilizar tanto etanol como gasolina); y el incremento en el precio del petróleo le confirieron al etanol un nuevo estatus como combustible en Brasil, permitiendo a los consumidores elegir entre ambos, en función de los precios relativos. De acuerdo a un estudio del Ministerio de Energía y Minería (EPE, 2008a);, en 2008 el etanol ya era económicamente viable en 19 de 26 estados en Brasil. La expansión de la economía brasileña en los últimos años incrementó dramáticamente las ventas de automóviles nuevos, la mayoría de ellos con motores flexibles. Según el estudio EPE (2008a);, entre enero y junio de 2008 los vehículos de combustible flexible representaron el 87,4% de las ventas de nuevos vehículos livianos en Brasil. También de acuerdo a ese estudio, se proyecta que en 2017 la demanda de etanol hidratado será aproximadamente el 73% de la demanda total de combustibles líquidos (ciclo Otto); del país. Esto representaría una demanda total de etanol en 2017 de alrededor de 52,3 billones de litros, frente al consumo actual de 20,3 billones de litros en 2008. Las exportaciones de etanol también se espera que aumenten enormemente. De 4,2 billones de litros en 2008, se proyecta que las exportaciones totales se dupliquen hacia 2017, alcanzando alrededor de 8,3 billones de litros. Y, finalmente, se proyecta asimismo que el uso de etanol en la industria química se incremente sustancialmente hasta 2017, con nuevas plantas industriales ya en construcción en Brasil (MME, 2008);. Diversas instituciones brasileñas líderes han elaborado recientemente escenarios para la expansión del etanol y la caña de azúcar en Brasil. Estos escenarios consideran, en general, el incremento en la oferta de caña de azúcar, el uso de la tierra, la generación de etanol y energía, así como proyecciones del lado de la demanda. Sin embargo, un asunto mucho menos estudiado es el de los impactos sociales que han de esperarse de tal expansión. La tecnología de producción de caña de azúcar difiere significativamente entre las regiones de Brasil. Lo mismo puede decirse acerca de la estructura de tenencia de la tierra, lo que sugiere que el patrón de expansión de la caña de azúcar será clave para los resultados distributivos. brbr Ferreira Filho y Cunha Filho (2008);, por ejemplo, muestran que la caña de azúcar producida en el noreste de Brasil es más intensiva en mano de obra que la producida en el sureste brasileño. Más aún, esas regiones también difieren en términos de la estructura de la demanda de trabajo en la agricultura en general, y en la caña de azúcar en particular, con el noreste demandando proporcionalmente más trabajadores de baja cualificación que el sureste, que demanda más trabajadores con alta cualificación (Ferreira Filho y Cunha Filho, 2008);. El agropecuario es un sector clave de la economía de Brasil. Con fuertes encadenamientos hacia delante y hacia atrás, el sector agropecuario daba cuenta en 2006 del 5,5% del PIB total brasileño (IBGE, 2008);, y la población rural representaba aún en 2003 cerca de 19% de la población total. Es natural entonces que los cambios en el sector agropecuario tengan impactos importantes en la economía en su conjunto. Debido a sus características particulares en el mercado de trabajo, como proveedor de alimentos y fuente de suministro de energía, estos impactos son de naturaleza compleja, con resultados netos que dependen en gran parte de las características estructurales de la economía. Los impactos de la expansión proyectada de la caña de azúcar y el etanol en Brasil sobre la demanda de trabajo, la distribución del ingreso y la pobreza en el país son el objeto de este estudio.
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